Las enfermedades cardiovasculares son las que provocan el mayor número de defunciones en mujeres, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.
Es por ello que una alimentación adecuada puede retrasar y ayudar a controlar los principales factores de riesgo cardiovascular como la obesidad, hipertensión, diabetes e hipercolesterolemia.
Un estudio publicado por la revista Plos Medicine, demostró que aquellas participantes con una mayor ingesta de grasa láctea, medida por los niveles de ácidos grasos en la sangre, tenían un menor riesgo de enfermedad cardiovascular en comparación con las que tenían una ingesta baja.
“Los lácteos cuentan con diferentes componentes nutricionales con capacidad de modificar la funcionalidad de la grasa contenida en los alimentos. Por ejemplo, en la leche de vaca las proteínas pueden influir en la absorción intestinal de grasa. También se ha observado que las proteínas del suero de la leche disminuyen la presión arterial, lo que justificaría la contribución a los efectos beneficiosos sobre la salud cardiovascular” indicó Francisco Herrera Morales, nutricionista de Dos Pinos.
A esto se suma el calcio presente en los lácteos que parece incrementar la excreción fecal de grasa.
Otro importante elemento en esta composición son los fermentos lácticos, bacterias que están presentes en el yogurt y otras leches fermentadas. Estos proveedores de bacterias vivas pueden ser importantes para el mantenimiento de la salud intestinal y ejercer un posible efecto modulador del sistema inmune, favoreciendo un estado antiinflamatorio.
Los resultados de la investigación indican que el grupo de personas que consumen tres dosis de lácteos sin descremar al día, tiene tasas más bajas de mortalidad y enfermedad cardiovascular, en comparación con el grupo de quienes toman menos de media porción diaria.
Recomendaciones para cuidar su corazón
1.Cuidar lo que come: La dieta debe ser equilibrada y variada. Por lo tanto:
- Disminuir el consumo de grasas saturadas, grasas trans y colesterol.
- Prescindir de los alimentos que hayan sido sometidos a procesos industriales.
- Consumir más pescados, carnes magras y alimentos con fibra, como frutas, verduras, hortalizas, legumbres y cereales
- Hidratarse bebiendo, aproximadamente, un litro y medio de agua al día.
2. Realizar ejercicio
Con el ejercicio físico regular se disminuye el riesgo de sufrir un infarto. Igualmente, realizando ejercicio con una intensidad moderada durante un total de 150 minutos a la semana, se reduce el riesgo de desarrollar otros problemas cardiovasculares y enfermedades oncológicas. Además, no es necesario buscar actividades muy complicadas, sino que se puede caminar o pasear.
3. Lograr un peso corporal adecuado
El exceso de peso y la obesidad son factores que predisponen a desarrollar diabetes e hipertensión, los cuales pueden ser perjudiciales para la salud cardiovascular si no se realiza el seguimiento adecuado. Por ello, se debe vigilar el peso, lo que requiere el control del consumo de calorías y su adaptación en caso necesario.
4. Horas de sueño:
Un buen descanso de 7 horas, que además sea reparador y de calidad, permite recuperarse de la fatiga mental y corporal que se almacena durante el día. Dormir bien también ayuda a estructurar de nuevo las funciones vitales.
5. Evitar las bebidas alcohólicas
No se recomienda el consumo de alcohol, ya que el exceso de estas bebidas puede incrementar la presión arterial y provocar arritmias cardiacas.
6. No fumar
El consumo de tabaco se relaciona directamente con una mayor probabilidad de sufrir infarto, ictus, cáncer y la enfermedad pulmonar y vascular periférica. Por lo tanto, es vital eliminar por completo este hábito insano, incluso evitar ser un fumador pasivo.
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