Una dieta saludable y balanceada proporciona los nutrientes necesarios para el funcionamiento óptimo del organismo en cada etapa de la vida, por ello es necesario incluir en las comidas proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales y agua.
El mantener estos buenos hábitos y actividad física cobra mayor relevancia en la tercera edad, ya que puede ayudar a prevenir enfermedades como osteoporosis, hipertensión, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer.
Los expertos en la salud sugieren incluir alimentos ricos en fibra, como panes y cereales integrales, frijoles, nueces y semillas sin sal, verduras de colores intensos y frutas frescas, el consumo de lácteos fortificados con vitamina D, productos lácteos o alternativas como leche de soya o almendras, para fortalecer los huesos.
Es recomendable evitar alimentos fritos, en su lugar se puede optar por opciones asadas, a la parrilla o hervidos.
“En la tercera edad es posible que nuestro cuerpo experimente una disminución en la sensación de sed, pero esto no significa que dejemos de necesitar los dos litros de agua diarios para mantenernos saludables y favorecer una buena digestión.” Mencionó Pamela Arias, nutricionista de NIPRO.
El comer sano no solo impacta la salud física; también juega un papel crucial en la salud mental. Los alimentos saludables fomentan el crecimiento de bacterias “buenas”, lo que, a su vez, afecta positivamente a la producción de neurotransmisores que regula el estado de ánimo y permite a las personas a mantenerse activos y comprometidos con su entorno.
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